El desierto de Europa, abandonado, sin explotar, sin visitar, sin valorar.
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Pues allí íbamos nosotros, a pasar nuestra Semana Santa, sin santos, ni gentes, sin cristos de madero ni árboles, sin cirios ni velorios, sin farolas.
Con unas moles como edificios, aislados, quebrantables, creciendo o menguando dependiendo de la lluvia o el viento, que dirían los antiguos... Y yo porqué me habría de impresionar por el "skyline" de vuestra ciudad si yo nací en los Monegros.