miércoles, 19 de marzo de 2014

Monasterio de Sant Pere de Rodes.

Para poder llegar al lugar más al este de la península hay que sufrir unas interminables y mareantes curvas pero merecía la pena el terrible trayecto, amanecía un día entre nieblas, dando siempre ese aire frío aunque romántico que prometía, seguro, unas cuantas buenas fotos de un paraje apartado, paraíso de ermitaños.


Llegados a destino. Primera buena noticia, por alguna razón que desconocemos el domingo 12 de enero era gratuita la entrada, aunque merecía la pena la visita guiada.


Una cosa que me llamó la atención de las explicaciones que daba el guía (un jovencito de 20 años muy amable) es la queja continuada al expolio que sufrió el monasterio durante los años/siglos de abandono.
Pero no hay que olvidar que de hecho el monasterio tiene su razón de ser por lo  que se consideraría como uno de los mayores "robos" de la Historia. Y es que según nos contó, unos monjes escondieron en una cueva en el Cap de Creus, la cabeza y la mano de San Pedro, años después volvieron desde Roma a recuperar las reliquias pero, ya no las encontraron, y allí se quedaron para buscarlas, construyeron un monasterio y como reclamo turístico iban diciendo: "Aquí estuvieron y es posible que todavía estén partes del cuerpo del primer Papa de la Iglesia".


Un paraje hermoso aunque en el medievo debería resultar dura la vida allí. ¿Por qué elegirían ese lugar?


Todavía se puede ir un poco más al este. Son sólo 8 kilómetros serpenteantes y eternos más. Un paisaje lunático salvo por las luces de los faros que parece que conversan entre sí: parece que esta tarde no se va a levantar viento.


Hoy que veníamos a visitar el hogar del viento, resulta que la tramuntana no se encontraba en casa.





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